13 going to 30

Ayer fui a una obra de teatro donde actuó mi prima. La obra se llamaba "13", y trataba sobre la crisis existencial que enfrentaba un niño judío al cumplir 13, ya que dejaría de ser un niño para convertirse en todo un hombre.
Desde que entré al teatro me llené de emociones. Recordé, que a los 12 años fue la última vez que actué en ese teatro... Mientras recorríamos la entrada y la recepción, recordaba cada rincón de ese teatro... Recordé hasta el olor de los camerinos... sonreía internamente al traer a la mente esas escenas de mis últimos días de niñez, cuando estaba por convertirme en casi adulta... las carcajadas, las escondidas, las aventuras que pasé con mis amigos y amigas ahí...

Luego, conforme fue avanzando la obra de teatro, fui reflexionando en mi propio proceso de madurez, y traté de recordar cuando yo tenía 13 años. No recuerdo haber entrado en crisis existencial, pero sí recuerdo que algunas cosas fueron difíciles, y otras llevaderas y fáciles de vivir. Me acuerdo que algunas personas, al verme, por mi físico y mi manera de arreglarme, pensaban que tenía más edad. Recuerdo que a veces era muy aventurera, pero la mayoría de las veces, demasiado tímida, aún para hablar y hacer nuevos amigos. Eso sí: jamás dejé de imaginar, de soñar, de dibujar, de idear...

Miro hacia atrás, y me veo en mi presente. Aunque para mí no se ha hecho largo el camino, creo que ha sido un lapso de tiempo considerable. 13-30 son muchos años. Al niño de la obra le tomó "un par de meses" darse cuenta de quién era y aceptar su realidad, terminando con la flamante frase: "tengo 13, y mi vida acaba de empezar". Para mí, me ha tomado un poco más de tiempo: me ha tomado años. Y a pesar de eso, de mi proceso de madurez, de encontrar y descubrir mi identidad, creo que aún sigo afinando muchas áreas críticas de mi vida.
Muchas áreas están resueltas. Muchas otras, no. En algunas tengo las respuestas, en otras, ni la pregunta formulada. Y en otras, simplemente, he esperado literalmente años, para encontrar respuesta.

Sigo buscando, sigo sentándome a calcular, sigo preguntando...

Hoy amanecí contenta, pero después de un rato de estar acostada sobre mi cama reflexionando sobre mi sueño, no podía creer que hubiera soñado con un guapo asiático del que me enamoraba perdidamente. Fue realmente extraño. Jamás creí que un japonés, o un chino pudiera conquistar mi corazón selectivo. No sé por qué habré soñado eso. Pero de una cosa estoy segura, y esa fue mi conclusión del día: extraño ser parte de algo. Más que de "algo", extraño ser parte de alguien. Extraño ser parte de alguien y extrañar a ese alguien, y experimentar que ese alguien me extrañe también.

Sé que todo tiene su tiempo. Sólo espero que este proceso de madurez no se alargue tanto, y que, como el niño de la obra, pueda decir confiadamente: soy Haniel Salazar, tengo 30 años, y mi vida sigue en proceso de madurez. Tenga o no tenga las cosas que quiero o necesito, sigo aprendiendo y afinando todas las áreas que componen y hacen lo que soy.

Quiero decir, que sigo adelante. No me hundirá cualquier pensamiento de soledad. Mi vida continúa. Y estoy lista para escribir el siguiente capítulo de ella. Con, o sin compañía.