sábado, 6 de febrero de 2010

lecciones

No podía encontrar a ningún chaperón. Había intentado con mi amigo fiel, pero no podría acompañarme porque saldría tarde de trabajar. Intenté con una amiga mutua de años, y casi lo habría logrado de no haber sido por un imprevisto que tuvo su esposo, impidiéndole acompañarme. Intenté con una amiga más. No pudo: tendría examen esa misma tarde. Estuve tentada toda la tarde de llamarle a mi querido amigo que hace más de 8 años que no nos vemos para pedirle que me acompañara. No lo hice. Decidí entonces, enfrentar con valor aquella reunión a la que anhelaba ir, pero no sola. "Iré. Me divertiré. Disfrutaré del momento". Me animé. "Después de todo, tengo mi salvador: mi celular, que me hará el rato ameno si me llego a ver sola".
Llegué a la fiesta y al principio, me desubiqué. La cumpleañera seguía arreglándose. No conocía a nadie. No veía por ninguna parte ninguna cara familiar. No veía a ninguno de sus hermanos, o a su mamá. Unos minutos antes, me había dado cuenta que la batería de mi celular estaba totalmente muerta. No prendía mi único contacto con personas conocidas que me haría el rato ameno. Eché a reír. Mamá se había ofrecido a prestarme el suyo. No sería lo mismo, pues mis contactos se encontraban guardados en el mío.
Me senté a esperar. Reía por dentro y por fuera por lo chistoso de la situación. Decidí levantarme y ayudar en la cocina. No requerían realmente mi ayuda, pero conocí a mi primera amiga de aquella noche. Muy amable, me ofreció algo de tomar y algo de cenar. Pronto, mi amiga, la cumpleañera, el motivo de mi asistencia, salió a las carreras y me incorporó con el grupo de sus amigos que se encontraban afuera sentados y platicando. Me senté y disfruté el momento. "No tengo celular. No conozco a nadie. Ya estoy aquí. Conoceré a personas nuevas. Me divertiré. Disfrutaré el momento", pensé.
Y así fue.
Esta noche me siento optimista, pues fue una de las noches más significativas de todas las que van del año: conocí a varias personas nuevas con las que me reí de lo lindo y platiqué de temas diversos e interesantes: asuntos profundos de la vida, debates, opiniones, o simplemente, anécdotas o temas de gustos de películas. Me reencontré con algunas otras que hacía años que no las veía. Recordar viejos tiempos y ponernos al corriente. Pero también pude acompañar a mi querida amiga en el cumplimiento de sus sengundos quince.
Me imaginaba en aquella celebración de antaño donde ella había portado un esponjado y llamativo vestido rosa de quinceañera y donde había ofrecido una típica y deliciosa birria de pueblo jaliscience; fue la primera vez en mi vida que un pretendiente se enamoró de mí perdidamente y a esa edad, pensaba casarse conmigo. Cada vez que tenía oportunidad, me mandaba flores, tarjetas y regalos con mi amiga. Fue todo un año de terror. Me disculparán, pues era a penas una niña y para mí, el amor, la conquista y el romance eran temas sólo mencionados en películas o en novelas como Romeo & Julieta, inimaginable que yo fuera la protagonista a caso de alguna novela tal. Había tenido uno que otro seguidor en la primaria, pero ninguno tan osado como mi nuevo fan. Y el simple hecho de pensar visitar a mi amiga, me producía el más profundo horror y ansiedad, imaginándome a mi pretendiente acosándome y siguiéndome por doquier para cortejarme.

Gracias a Dios, este cumpleaños fue muy diferente al de aquella época de mis años mozos. Pude intercambiar opiniones con mis nuevos colegas, pero además, pudimos descubrir los mismos gustos, los mismos sentimientos y emociones que una persona soltera en edad casamentera enfrenta en una sociedad a la que le urge ver al prójimo casado y que se frustra al ver a los casados sin hijos, y a los hijos, sin casarse, y así sucesivamente. ¡Fue de lo más divertido y ameno! Pero eso sí: todos concluímos que durante los últimos años, la Tierra ha incrementado su velocidad de movimiento, pues el tiempo ha corrido realmente más rápido que lo usual.

Llegué a casa sintiéndome de lo más optimista y con una sonrisa en el corazón. El simple hecho de decidir encarar una situación que pareciera extraña y ajena, con una actitud diferente de aceptarla y de ser parte de ella, cambió todo mi esquema y el rumbo del resto del día.
Lecciones de la vida que hacen que la aprecies aún más por aquellos que la conforman: seres humanos que conoces y que llegan a desplegar un panorama totalmente diferente del que tenías antes, creando una sonrisa en el corazón.

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