Hoy retomé mi proyecto de poner al corriente la transcripción de todo mi diario/memorias a la computadora. Tarea ardua y no poco fácil por las cientos de páginas que tengo escritas a mano de vivencias de años atrás.
Finalmente, hoy terminé la transcripción que venía haciendo desde hacía años atrás de todo el año 2004. Crucial año de mi vida. Fui a Rumania. Mi abuelo falleció. Mi hermana mayor se casó.
Después, me puse a transcribir el audio de la entrevista que le hice a mi abuela sobre sus años de antaño. Me encanta cómo cuenta sus historias con ese tono peculiar que tienen las abuelas y las personas mayores de no terminar las frases, aunque dando una idea completa del contexto y panorama.
Un amigo me dijo que a él le habría dado flojera siquiera comenzar aquel trabajo de recopilación. Para una historiadora e investigadora como yo, ese tipo de trabajos es oxígeno puro. Simplemente, lo disfruto y lo necesito. Las memorias son aquellos pedazos de vivencia que alguna vez llenaron de emoción el momento, dejando una marca impregnada en nuestra mente y corazón por el resto del tiempo.
"...Si la leía esa noche, tendría qué ser en un lugar absolutamente privado de gente. No podría decirle a nadie que él me había dado una carta especial dos días antes de irnos… y cuando nadie había visto que lo había hecho. Pensé y pensé… ¿cuál lugar sería el indicado? Las ansias me comían. Quería leerla de inmediato, pero tampoco me atrevía a hacerlo. En esos momentos recordé el lugar secreto que mi amiga traviesa me había enseñado tan solo 3 semanas atrás. ¡Claro! ¡Mi lugar secreto! Recogí mis cosas, entré al cuarto donde se encontraban algunas mujeres platicando de lo de siempre, dejé algunas, cogí la lámpara de mi amigo amable, “No, gracias, tengo que irme. Luego vuelvo”; y me dirigí cautelosamente hacia la escondida bodega por atrás del jardín, tratando de que nadie me viera. Era algo terriblemente en contra de la ley lo que estaba a punto de hacer: leer una carta que me había dado un hombre. Por fin llegué. El lugar era ideal. La oscuridad de la noche rodeaba y sumía en densas tinieblas el lugar, casi no podía ver por dónde deslizaba los pies entre tanto tiliche viejo. Me senté en las viejas y abandonadas cosas, tratando de no ensuciarme ni perder la carta que asía fuertemente. Prendí la lámpara, y cogí la carta entre mis manos. Temblaba de emoción. La abrí cuidadosamente, y saqué solo una hoja de papel rayada que estaba doblada. Estaba escrita por su puño y letra y comenzaba con mi nombre completo..." ~memorias, 2004.
"...Pero pues yo andaba allá ayudándoles a servir la mesa; es más, yo le servía a él de comer en la mesa y toda la cosa, y pues él me veía y yo lo veía, pero pues hasta ahí, ¿no? Pero pues te digo, luego yo andaba allá de loca bailando afuera… él tenía como 24 años, y yo, pues estaba más chica, estaba yo como… a ver, cuando nos casamos, yo tenía 19… debo haber tenido como 18, o menos de 18… y solo nos veíamos..." ~memorias, 1951.
...Las memorias son aquellos pedazos de vivencia que alguna vez llenaron de emoción el momento, dejando una marca impregnada en nuestra mente y corazón por el resto del tiempo.
lunes, 4 de enero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario