"La densa neblina abarca el panorama. Las espesas nubes blancas se posan sobre los cerros y montañas del norte, dándole una apariencia gloriosa al camino por recorrer. Me fascina el cielo. No había hecho conciencia de lo mucho que soy fascinada por él hasta antier en la noche, que dos veces hice comentario sobre el olor de la noche y su aspecto. Después, me quedé pensando y quedamente reflexioné sobre lo mucho que soy influenciada por el ambiente natural. El olor de la noche es mi favorito. El olor de la lluvia. El olor del pasto mojado. Los nubarrones rojizos de la tarde o de la noche avisando que lloverá. Las espesas nubes en el horizonte, ya sean blancas, grises, o de la infinidad de colores que produce un bello atardecer. Los cerros y colinas verdes que resaltan con el azul del firmamento de fondo. Árboles de colores otoñales. Las aves volando y planeando, allá arriba, alto en el cielo. La luna y sus testigos… Suspiro ante la majestad hermosa y diversa del hálito de vida con el que Dios me ha rodeado. Su amor es infinito, es profundo. Es ancho, es vasto. Todo mi ser se sintoniza a una con la canción de la creación. Mientras la fría lluvia recorre mis mejillas, las tibias lágrimas de contemplación y exaltación llenan y desatan mi ser..."
Fueron de las últimas palabras que he escrito en mis memorias de este año, de este mes frío de diciembre. Dentro de algunas semanas será mi cumpleaños. Dentro de escasos días habrá terminado todo un año de aventuras y vivencias y comenzará uno totalmente nuevo, puro. Pensamientos. Ideas. Imágenes. Retos. Todo -o casi todo lo que cruce por mi transitoria e inquieta mente, osaré publicarlo. Desde que comencé a escribir mis memorias, vivencias y aprendizajes, siempre he mantenido mi palabra de publicarlos, - o darles permiso a mis descendientes, de publicarlos. Claro que esto será hasta después de mi muerte. Siempre con la idea de permanecer libre de cargos ante cualquier objeción de cualquier personaje que sea protagonista de alguna de mis narraciones. Pero, ¿por qué pensar ya en la muerte? Diré que es algo muy sabio pensar en la muerte. Un día escuché a un hombre decir que los seres humanos, o al menos, los que tenemos la certeza de que nuestras vidas dejarán un legado al mundo, deben ensayar el envejecer. Nunca había escuchado esa expresión. "Tienes que ensayar cómo vas a ser de viejo". Me encantó. Una sonrisa me vino a la cara cuando me imaginé mis manos arrugadas, mi figura encorvada y mi cabello canoso, rodeada de mis nietos, bisnietos y tataranietos, y yo, leyéndoles historias fantásticas de suspenso y fantasmas, cuentos y leyendas de antaño, o describiéndoles algún viaje lleno de aventuras en algún lugar inhóspito de Asia o África que haya hecho su anciana abuela en alguno de sus variados y peculiares viajes soñados y realizados... "Ensayen el envejecer... prepárense para envejecer". No nada más practicar cómo vas a temblar las manos o cómo vas a armonizar el ritmo de tu caminar despacio con el tono de tu voz ronca, sino "ensayar el enseñar, el comunicar información, el transmitir sabiduría y conocimiento a tu legado, a tu herencia, a tu descendencia de cómo vivir..."
Ciertamente la vida es lo que más aprecio en mi existir. Soñar. Cantar. Bailar. Reír. Pensar. Conocer. Aprender. Llorar. Suspirar. Entregar. Percibir. Recibir. Dar. Imaginar. Eso y mucho más es vivir. Hoy vi un documental sobre la culturización que han sufrido algunos países africanos por causa de algunas instituciones evangelistas occidentales y el impacto en la mentalidad de las personas que ha afectado el sistema en la política y en la religión. "En este mundo no puedes sobrevivir sin la religión, es terapéutica", era el lema de varios grupos religiosos en estos países. Fue impactante. Y mientras observaba las imágenes de las personas que viven en las pobrezas de las más extremas, haciendo todo lo posible para sacar fuerzas de sus últimos esfuerzos para cumplir con su pago mensual del 10% a sus iglesias para así recibir el favor divino de prosperidad, sin importar las circunstancias adversas, pensé: "¿Qué haría yo si estuviera en su lugar? ¿Haría lo mismo? ¿No habrá a caso alguien que se dé cuenta de lo que hay detrás de todo ese sistema de culturización por medio del llamado sistema de evangelización? ¿A caso es que todos se ciegan ante las más fatales y hostiles situaciones y se entregan tan fácil a dar toda su vida a una causa religiosa para alivianar terapéuticamente su estado emocional con la promesa de que si das dinero, te lloverán favores divinos, aunque nunca veas la promesa cumplida? ...no fue fácil pensar esto. Me vi a mí misma vagando por aquellas alborotadas y polvorientas calles de Abuya, o de Lagos, sin zapatos y con escasa ropa que vestir, huyendo o sobreviviendo al constante peligro de las guerrillas y terroristas sorpresivos, tratando si quiera de encontrar algo de comer para llevar a casa, a mi familia... y no tuve respuesta a mis preguntas. ¿Qué haría yo si estuviera en esas condiciones? ¿Sería igual de pensante? ¿Lucharía contra los sistemas religiosos para evitar el engaño y el robo de nuestros recursos, o simplemente, los vería como un recurso divino enviado por el Cielo para apaciguar la soledad, la tristeza y el dolor de nuestros infortunados destinos? ...no lo sé.
Lo único que sé, es que mi vida no es un infortunado destino, ni un accidente casual mis circunstancias que me rodean. Lo que haga o deje de hacer en el entorno donde fui puesta impactará en poca o mucha medida el curso de la Historia de la que somos protagonistas. Sé que esa historia se va entretejiendo globalmente, y ahora, más que nunca. Todos tenemos una pieza en nuestras manos. Somos parte de la Historia orquestada de seres humanos a quienes se les otorgó el aliento de vida y viven. Yo vivo. No sobrevivo. Y todas aquellas pequeñas o grandes cosas que sean parte de mi vida, mis pensamientos, la ejecución de ellos, aportarán en menor o mayor escala a mi legado, a mi descendencia que será después de mí. ...Pues soy parte de la Historia ya.
sábado, 19 de diciembre de 2009
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