Voltear la vista y ver el cielo azul. Pisar el pasto mojado. Respirar el aire de campo. Escuchar el trino de los pájaros amarillos y rojos. ¡Cómo me gusta hacer eso! Mi amiga K siempre dice que soy una romántica empedernida sin remedio; que sueño demás. Ese sueño se esfumó por instantes al ver algunas de las "realidades" que rodearon mi vida durante las últimas semanas y que simplemente hoy hicieron eco en mi corazón. Terca y necia tuve el impulso (y lo hice) de quejarme y de llorar. Comencé a escribir toda una lista de las razones por las que me sentía triste, pero de pronto, recordé las palabras divinas: "No olvides quién eres".
La vida siempre ha estado y estará llena de actitudes ajenas que nos afectan de alguna manera. Actitudes que edifican o no. Las que edifican son fáciles de sobrellevar. Las que no, son las difíciles y las que ponen a prueba nuestra madurez y nuestra propia actitud con la que enfrentamos no solamente la vida, sino las ofensas. Es en ese punto donde podemos olvidar por completo quiénes somos, provocando intensa amargura e impulsos que hacemos públicos y crean una cadena de ofensas sin fin. Las críticas, los rechazos, los juicios, ponen a prueba nuestra memoria.
Y como dijo mi hermana, mujer de grandes retos en su última entrada de su blog: "Una persona madura actúa por convicciones, no por emociones. Las circunstancias no tienen el poder de cambiar nuestra actitud; nuestra actitud tiene el poder de actuar en medio de las circunstancias". ¿Seguirás recordando quién eres a fin de responder sabiamente?
La gente puede verte y alabarte, o puede verte y rechazarte y pisotearte. No juzgues conforme a sus hechos. Juzga conforme a La Visión Divina. ¿Cómo te ve Dios? Juzga conforme a la sabiduría que Él ha depositado en ti. Levántate y mira cómo te ve a ti.
¿Quién eres en mí? Que tu mirada esté puesta en mí. Quiero que tu vida y tus ojos estén puestos todo el tiempo en mí, en lo que eres. Quiero que con tu vida, con tus pensamientos, con la respuesta que das a los demás, expreses mis valores y principios. Expreses mi justicia. Quiero que respondas como respondo yo. Quiero que digas las palabras que yo digo. Quiero que respondas de acuerdo a lo que eres. Yo sé cómo te creé a ti. Busca mi aprobación, busca mis ojos, busca tu ser en mí. Levántate y haz y conviértete en mi voluntad. No en la tuya. Sino en la mía. En mi plan. En lo que ven mis ojos. Tu corazón se hinchará de gozo, de paz y plenitud cuando expreses lo que eres, sin importar lo demás que suceda.
No olvides quién eres.
domingo, 25 de abril de 2010
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Sí, el hombre sigue juzgando a otros y juzgándose a sí mismo sin darse cuenta que Él no nos juzga, sino que nos ve perfectos. No se da cuenta que la verdadera meta es concernos como Él nos conoce y vernos como Él nos ve.
ResponderEliminar¿Por qué estabas triste? Love u.