viernes, 11 de febrero de 2011

Mejor es el que domina su espíritu que el que toma una ciudad.

Hoy estaba viendo las noticias sobre el discurso que dio el presidente Mubarak y la reacción que desató en toda esta situación de Egipto. Me entristecí mucho, y recordé a un amigo egipcio que tuve en línea hace algunos años. Pero luego pensé en la situación actual de nuestro país, y me entristecí aún más. Escuché la nueva especulación de la posible conexión entre la red AlQuaeda y el narcotráfico mexicano... simplemente se me erizó la piel. QUE HORROR.

Tanto noticias locales como internacionales, todas ellas están impregnadas de violencia, destrucción y muerte. ¿Cómo cambiar todo eso? A la única conclusión que llegué una vez más, y que muchas otras mentes han llegado desde hace mucho tiempo, es que no puede haber un cambio en la sociedad, si no hay un cambio de actitud personal primeramente. Especialmente, en nuestro país. México necesita urgentemente un cambio de mentalidad que va a traer como resultado un cambio de actitud hacia los demás. Y entonces, como bien lo dijo nuestro Benito Juárez: "el respeto al derecho ajeno, será la paz". Y eso se logra solamente, desde el seno familiar.

Los mexicanos debemos conocer nuestra identidad y enseñarla a los más pequeños desde la familia. Si los mexicanos no fortalecemos las familias, las relaciones matrimoniales, las relaciones padres-hijos, y que con congruencia se enseñen principios de integridad, respeto y productividad, México seguirá luchando durante toda su vida contra el narcotráfico, contaminación, analfabetismo, violencia, crimen organizado, economía escasa, obesidad, y desperdicio de recursos, como siempre lo ha hecho. Siempre habrá críticas extranjeras sobre la gran pereza que existe en el país y siempre tendremos mala fama de ser malhechos y mediocres que solo nos preocupan los chismes de la farándula.

México necesita urgentemente un cambio de mentalidad, antes de que nos autodestruyamos. Y éste no viene de Los Pinos ni del Ejército. Viene desde dentro del ser de uno mismo: un cambio de mentalidad y de actitud hacia la vida y hacia los demás.

Porque, "mejor es el que domina su espíritu que el que toma una ciudad".

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