"Festejando" el 20 de noviembre en tierra extranjera, ...que ni me acordé.
No puedo negar que amo mi México, pero me abruma el simple pensamiento de tratar de desenmarañar tanta boruca y oscuridad que existe en el país actualmente. Creo que, por ahora, la única esperanza "tangible" para México, a pesar de su subjetividad y lentitud, es que "el tiempo lo curará". Ya han pasado 200 años desde el inicio de la Independencia. 100, desde la supuesta Revolución. Y el país sigue en una constante lucha enmarañada por ser emancipado de su propia violencia y corrupción. Pero espero que dentro de 100 años, el tiempo haya curado este mal cancerígeno que sigue sufriendo a todo volumen mi querido país.
No puedo negar mi miedo que sentí unos días antes de viajar por carretera, atravesando la mitad de la República hacia la frontera. En las noches me sobresaltaba el sueño, despertándome atormentada por las pesadillas o por los pensamientos catastróficos de vernos siendo víctimas de asaltos, secuestros, asesinatos... Finalmente llegó el día. Me armé de valor confiada e inspirada por las palabras de varios amigos que me animaron, y de mis propios papás. Me equipé de algunos pasatiempos para la carretera, entre ellos, mi biblia pequeña. Quería llenarme de ánimo, esperanza y paz. Fui leyendo en voz alta algunos salmos y proverbios, los cuales llenaron mi alma de consuelo y solaz. Cinco retenes militares y uno de la PGR. Dos de ellos nos revisaron. Uno, le dijo a mi papá que "pusiera a su familia del otro lado, por seguridad", y el otro, riéndose al saber que viajábamos desde Guadalajara, exclamó: "pero cómo se juegan la vida ustedes".
Nada nos pasó. Llegamos sanos y salvos al otro lado, a pesar de las noticias y revueltas que teníamos en contra. Fue como si Él hubiera detenido todo y nosotros hubiéramos sido invisibles a sus ojos...
"...Allí quebró las saetas encendidas del arco, el escudo, la espada y las armas de guerra. Resplandeciente eres, más majestuoso que los montes de caza. Fueron despojados los fuertes de corazón; durmieron su sueño, y ninguno de los guerreros pudo usar sus manos. A tu reprensión, oh Dios de Jacob, auriga y caballo cayeron en profundo sueño. Tú, sólo tú, has de ser temido; ¿y quién podrá estar en pie en tu presencia en el momento de tu ira? Hiciste oír juicio desde los cielos; temió la tierra y enmudeció, al levantarse Dios para juzgar, para salvar a todos los humildes de la tierra. Pues el furor del hombre te alabará; con un residuo de furor te ceñirás".
sábado, 20 de noviembre de 2010
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