Obtuve una de las más grandes lecciones de vida cuando vi a aquel hombre que tanto amo, ir con los que habían hablado mal de él, y charlar amigablemente con ellos. Simplemente, no cabía en mi mente ver aquella escena. ¿Qué no está herido? ¿No está enojado por lo que le hicieron? No podía concebir actitud tal. Había estado batallando con algunas ofensas hacia mí, muy pequeñas e insignificantes comparadas con las que ellos le habían hecho a aquel hombre, y simplemente, era difícil entender lo que veían mis ojos. Y después, vinieron sus palabras sabias: “No puedes enojarte, ni tampoco vas a detener que las demás personas hablen de ti, sea para bien o para mal. Ellas siempre van a estar ahí, a tu alrededor. No puedo ofenderme o guardar amargura en mi corazón por lo que dicen, hacen o dejan de hacer, pues yo mismo me cerraré puertas. Siempre busca oportunidades de ayudar y escuchar a los demás, no importando lo que “te han hecho”. Son sus vidas, sus opiniones. No puedes amargarte por una opinión y actitud contrarias a lo que tú crees, pero sí puedes influir en sus vidas si dejas la puerta abierta, a pesar de que te hayan herido. Ellos volverán algún día y querrán saber tu opinión, o mejor aún, querrán restaurar lo que alguna vez fue”.
Ver la pureza de su corazón y paz en sus palabras, fue lo que me enseñó a seguir disfrutando la vida sin amargarme por lo que los demás “me” hacen o dejan de hacer. Fue así como decidí dejar a un lado mi soberbia y orgullo y comenzar a restaurar relaciones perdidas por negligencia, orgullo y malos entendidos. Fue grande mi sorpresa cuando vi los resultados en tan poco tiempo. Los amigos que yo creía perdidos, respondieron. La amistad y la relación poco a poco sanó y se fortaleció nuevamente. ¡Pero cuánto podemos destruir con una palabra de condenación! Pero ¡Cuánto más podemos construir y restaurar con palabras humildes de verdadero amor!
Fue entonces que las sabias palabras de antaño vinieron a mi corazón: Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. Porque si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal que resuena o platillo que retiñe. Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy. ¡Cuánto mal hacemos cuando nos mordemos unos a otros! Queriendo ser sabios unos con otros, nos volvemos necios, pues las palabras de los sabios son como aguijones, y como clavos bien clavados las de los maestros de colecciones, dadas por un Pastor. Todas esas “habladurías” se acabarán, se quedarán en el aire. Pero lo importante es el amor. ¿De qué me basta enseñar a los demás con elocuencia y una falsa sabiduría, si no tengo amor para edificar? No importa todo lo que hablemos de amor. Si no manifestamos la aceptación, la tolerancia, la deferencia, el cariño, y la hermandad no solo con lo que decimos, sino mostrándolo con lo que hacemos, somos como tambores que tocan arrítmicamente y dan malestar de cabeza y de corazón. Somos molestos, y creamos amargura en los demás, pues con nuestras palabras juzgamos y condenamos a los que nos rodean.
Que no nos moleste lo que los demás piensan. Que no nos moleste la fe o las creencias de los demás. Que no nos molesten las costumbres y actividades de los demás. Que no nos moleste lo que opinan, lo que dicen, lo que expresan. El todo del hombre está en el amor para recibir con tolerancia todo lo que significa la esencia de mi hermano. Y en ese amor existe el disfrutar la vida tal y como Dios nos la da. Nada hay mejor para el hombre que comer y beber y decirse que su trabajo es bueno. Esto proviene de la mano de Dios. Porque ¿quién comerá y quién se alegrará sin Él? Dios nos capacita para ser productivos, para multiplicarnos, para producir vida y bienes y compartirlos con el resto de la humanidad, no para mordernos y destruirnos. No para “salvar almas” al condenarlas. Disfrutar de la vida sin amarguras, entendiendo que no podemos avanzar siendo UNO SOLO si no tenemos amor. Eso abrirá las puertas y entonces podremos edificar, restaurar y ser de influencia. De otro modo, seremos destruidos, o por lo que hagamos, o por la amargura.
Ay, hermana!! qué hermosas reflexiones! Me siento tan feliz de que pienses así y que estés aprendiendo tanto, en medio del sufrimiento. Últimamente he comenzado a experimentar otra dimensión del significado de la palabra LIBERTAD, y ésta es una de mis palabras favoritas. Vivamos en liberdad y liberemos a los que nos rodean!!!! Te quiero!
ResponderEliminarpor cierto... qué padre el nuevo "look" de tu blog. I like it!
ResponderEliminarlearning and assimilating a lot ;) it is true, pride gets in the way of love May God help us to be truly free.. :D
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