Hace poco una amiga publicó una pregunta en su facebook sobre qué tendría más la gente: libros, o ropa. He estado pensando cuál sería mi respuesta. ¿Tienen que ser libros que haya leído? Realmente no sé cuántos libros tengo, ni cuánta ropa tengo. Creo que por ahí se dan en la cantidad. Contando los libros, enciclopedias y revistas que me heredaron los abuelos, más los que y a tenía, he de tener al rededor de unos 2,000 o 3,000. ¿Y ropa? No tengo idea. Hace tiempo que no compro alguna prenda de vestir, aunque mi última adquisición más reciente fueron unos hermosos zuecos de plataforma que obtuve tan solo un día antes de mi operación. Y también puedo y me atrevo a decir que todavía tengo en mi poder prendas que vestía a los 10 años de edad. ¿Increíble, no? A veces me es muy difícil desprenderme de algo que fue importante o significativo para mí... como mis órganos internos.
El martes pasado mi cuerpo sufrió la única intervención quirúrgica que ha experimentado jamás. Desde el día que los doctores me vieron nacer, no volví jamás a pisar un hospital, sino únicamente para que me vacunaran. Nunca me habían internado, nunca me he roto nada. Fue muy fácil contestar las preguntas de la entrevista para mi historial médico. "No, no, no, no, no..." Al estar esperando en la sala de preparación, a unos cuantos minutos de que me pasaran a quirófano, los doctores y enfermeras me hacían el momento alegre y divertido haciéndome preguntas. "¿Ya te han operado antes? - No. ¿Alergia a algún medicamento? - No. ¿Has tenido enfermedades contagiosas? - No. ¿QUÉ HACES AQUÍ ENTONCES?" todos echamos a reír. Las únicas veces que pude haberme contagiado de enfermedades como hepatitis, varicela, sarampión y dengue, no sucedió. Fui la única de mis hermanas que no llegó a contagiarse cuando ellas lo hicieron. Fui la única persona de las dos familias mexicanas que se libró del dengue cuando estuvimos trabajando en Honduras. Puedo decir con orgullo y gratitud que las únicas enfermedades que ha sufrido mi cuerpo, son las fastidiosas gripa, tos y calentura. Nada más. Y no sé a qué se deba, si a las mágicas propiedades que brinda el comer limón y vitamina C en cantidades abundantes, mi herencia genética, o simplemente, por la gran soberanía que el Creador tiene hacia mí.
Yo creo que esa era la razón por la que no me quería "despegar" de mi vesícula. La idea de que me la tendrían que extraer, me causaba escalofríos. Estar incompleta no es una idea encantadora. Más que el dolor o la enfermedad, o el que pueda funcionar mejor después de ser operada, la idea de estar incompleta me abrumaba... y me sigue abrumando. No me gusta mucho. Toda mi vida la he vivido "sanamente", gracias a Dios. Y ya me había hecho a la idea de que mi cuerpo continuaría sano y salvo y completo hasta el día que se lo entregara a un hombre, o el día que fuera mamá, o hasta el día de mi muerte. Pero ahora, además de tener 4 curiosas y pequeñas cicatrices en mi abdomen, mi cuerpo no tiene vesícula. ¿Qué es la vesícula, de todos modos?
Al estar tratando de averiguar la cantidad de libros que poseo, pienso en aquellas revistas de antaño, en aquellas enciclopedias de colección o en aquellos libros hermosos de naturaleza que recopiló el abuelo durante años y que ahora son un tesoro para mí... aunque nunca los haya leído. Pienso en esas playeras y en esas bermudas que guardo en mi clóset, aunque tengan más de 15 años de antigüedad y ya no estén a la moda. Así era mi vesícula. Un órgano en el que realmente no pensaba a menudo, pero que era tan apegada a ella, que ahora la extraño y tal vez mi cuerpo la esté necesitando. ...Me dan risa mis reflexiones...
Actualmente, sigo la lectura de 4 libros muy diferentes entre sí. Tres de ellas son novelas, y el otro, es instructivo. 1: novela clásica. 2. novela histórica. 3. novela romántica. Debo de confesar que en este momento estoy más entretenida y enfocada con la novela romántica, preguntándome e imaginándome el fin del drama amoroso de la soñadora y hermosa Anne. Sea como sea, creo que a veces podemos poseer cosas valiosas a las que no le damos atención hasta que se nos priva de ellas. Eso es triste. Pero también, podemos poseer cosas no tan valiosas a las que les damos nuestra mayor atención e importancia. Pero cuando se nos privan de ellas, vemos que el mundo sigue girando y que realmente no es tan malo vivir sin ellas: al contrario, la vida se torna más fácil y ligera, con una perspectiva diferente y más amplia de la vida. ...Lo que es romper paradigmas y "formas".
Por lo que respecta a mí, estoy agradecida por mi salud, aunque no tenga vesícula y mi abdomen luzca 4 flamantes cicatrices. Estoy agradecida por la considerable colección de libros que me heredó el abuelo, y una resolución que podría hacer esta noche, es continuar leyendo durante toda mi vida para algún día decir con orgullo: "le di importancia al trabajo de años de mi abuelo: ¡los he leído todos!" ¿Y mi ropa? Bueno, creo que es hora de limpiar mi clóset una vez que me restablezca para poder cargar pesadas bolsas llenas de playeras y bermudas de los 90's.
domingo, 11 de abril de 2010
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