Hoy tuve que ir a Sturbucks a comprarme un jugo de arándano para poder trabajar con su internet "gratis": el de la casa se lució el día de hoy y me desconectó más de 5 veces del servidor de donde estaba bajando algunos archivos para trabajar. Hubo un momento en el que de plano me quedé de brazos cruzados por no poder hacer nada... ni podía bajar archivos, ni subir. Es interesante cómo el concepto de "trabajo" ha cambiado tanto. Antes, si no tenías carro era difícil llegar al trabajo. Los peones o albañiles no pueden trabajar si no hay dinero y materiales. Si amaneces enfermo, te reportas incapacitado y te saltas ese día. En mi caso, si no hay internet, no puedo hacer nada. jaja... ¡Adoro mi trabajo! Pero por otro lado, me doy cuenta con escalofríos de lo dependiente que soy ya de la tecnología moderna como el internet. Simplemente, no puedo "vivir" sin él.
Eran las 12 de la tarde. En el área que escogí para trabajar, había dos personas solitarias: una, una mujer que escribía en papeles, trabajando igual que yo. Y en otra mesa, un muchacho con múltiples aparatos: dos lap-tops, un celular, un Iphone, y otro aparato que no logré distinguir. Por las dos horas que lo escuché hablar por teléfono, se trataba del Gerente de ventas de Loreal, que llamaba para avisar que un tal Daniel ya no trabajaría en esa empresa... (qué risa. Pongo esta información en internet cuyos datos puedan ser confidenciales, y sin embargo, insignificantes para mí!) Le llevó casi toda la temprana tarde en hacer varias llamadas. Se tomó como dos cafés, y después de un rato, decidió levantarse y comprar un jugo exactamente como el que yo tomaba: de arándano. Me dio risa. Yo me encontraba a menos de un metro de distancia de él... ¿quién va a tomar un jugo de arándano a Sturbucks de todos modos? ¡NADIE más que yo!
Después, llegó otro muchacho y se sentó a compartir la misma mesa que el primero. Él también venía a trabajar, pero él sacó su lujosa y envidiable MAC. A veces alcanzaba a percibir su discreta mirada, pero nunca lo sorprendí. Él se levantó como unas 4 veces al baño, que estaba al lado de mí. Ni yo me levanté tantas veces al baño...
Las horas prosiguieron, y la mujer que escribía en sus hojas de papel, se levantó y se fue. El "pro" de la MAC todavía duró un buen rato acompañándonos, y pasadas las 2 de la tarde, guardó su tesoro, se echó su portafolios al hombro, y se fue. Israel (el gerente de ventas de Loreal) todavía se quedó un rato disfrutando de su jugo y haciendo otras llamadas. Para ese entonces, el Sturbucks se había casi vaciado. Yo continuaba bajando archivos y platicando a gusto con mi hermana. Pero como a las 2:30, Israel cerró una de las laps, se tomó un respiro en otra área del Sturbucks, salió, volvió, cerró la otra laptop, recogió sus cosas, las guardó, y se marchó. Pobre gerente. A menudo pensaba en esas llamadas que a veces suelo atender donde te venden cualquier tontería y las que me enojan tanto. ¡Qué difícil trabajo es el vender por teléfono! Pero por otro lado, ¿por qué no se establecen tácticas de venta diferentes? A todas las personas que llamaba, decía: "¿QUIÉN HABLA?", en lugar de presentarse primero y decir de lo que trataba. Me choca que hagan eso. Si ellos son los que llaman, ¿por qué diantres preguntan quién habla? ¿Qué no saben a dónde hablaron?
Me recordó a la inauguración a la que fui el viernes pasado, en donde pude ver y reencontrarme con tanta gente que hacía años no veía. Durante la fiesta, me senté en medio de todos los amigos que reían y gritaban. Yo creo que la copa de vino con la que habíamos brindado ya surtía sus mágicos efectos, porque comencé de llenarme de mucho sueño. Ahí sentada, escuchando las sandeces de mis amigos, comencé a bostezar, hasta que me percaté de cierta mirada que me observaba de frente, desde la mesa que estaba a unos dos metros de mí. Era una tierna anciana que igualmente, tenía asida su copa de vino tinto y me observaba con detenimiento. Cuando la miré y le sonreí, me hizo seña de "salud", y me preguntó si tenía sueño. Le respondí con señas que estaba muerta de cansancio, y le devolví la pregunta. Ella, hizo una mueca, diciendo que "no mucho", y entonces, agarró su copa y volvió a brindar por mí. Ya cuando me iba, pasé por su mesa para desearle una velada hermosa. Me encanta hablar con personas grandes, y hacer amigos de esa forma, simplemente es algo que me fascina. Me recordó al sr. Eduardo, otro señor maduro que siempre que me ve, me chulea; pero esta vez me dijo que después de tantos años de no verme, me preguntó si había crecido, porque me veía más alta. Que me veía ya como toda una mujer, y luego, me dijo que yo siempre había estado "fea", pero que ahora, me veía "FEÍSIMA!". Cómo lo quiero.
Las empleadas me lanzaban miradas "discretas" de que comprara algo más, o que de plano, dejara de usar sus instalaciones y su preciado internet. Me comenzó a dar pena no consumir algo más, pero no traía dinero conmigo. Lo único que tenía, eran $5 miserables pesos, lo cual me alcanzaba para una tercera parte de una galleta entera de avena de Sturbucks. Le comenté a mi mamá sobre el problema y después de un rato, ella acudió al lugar y me hizo favor de comprarme mi segundo jugo: ahora, de manzana. Y fue ahí cuando el último folclor, y el mejor de la tarde, hizo alarde de la tarde, antes de marcharme, pasadas las 4 pm.; ya cuando me quedaba el 40% de bajar de mis archivos. Fue cuando llegó una mamá y su hija como de unos 15 o 16 años, al sturbucks, sentándose en la misma mesa donde mis compañeros anteriores de trabajo habían estado. ¡Fue tan chistoso escucharlas, como penoso! Las dos llegaron enojadas entre sí. En primer lugar, se me hacía curioso que una mamá y una hija se fueran a tomar un sturbucks a las 4 de la tarde si estaban enojadas! Mi mamá ya se encontraba conmigo, pero ella y yo no nos enojamos, y menos, en público! La mamá sobreprotectora fue realmente enfadosa y latosa con la pobre mocosa que solo quiso el ticket para sacar el usuario y el password del internet y meterse a checar facebook y platicar por el messenger. Pero la mamá no la dejó tomar de su café, no la dejó chatear, y además, le dijo cómo sentarse y que se limpiara la cara... ¡pero enojada! Se veían tan curiosas discutiendo. Mi mamá y yo estábamos botadas de la risa...
...este es el folclor humano... que me encanta observar y detallar!
jueves, 25 de marzo de 2010
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