lunes, 18 de octubre de 2010

La paloma blanca

Me encanta ver la naturaleza, es algo nato de mí. Observarla, admirarla y disfrutarla. Siempre trato de extender mi vista más allá por donde caminan mis pies para encontrarme con bichos raros de colores, nuevos diseños de mariposas, o con algún roedor curioso. La semana pasada se casó la hija de los vecinos músicos y nos regalaron una maceta de margaritas. La coloqué en la ventana que tengo al lado de mi escritorio donde le llega el sol... y claro, para admirar el reflejo de la luz en los blancos pétalos. ¡Las margaritas son de mis flores favoritas... son tan sencillas, pero tan bellas! Me gusta venir en las mañanas solamente a mirarlas... ¡Cómo me gustaría tener una cámara con lente enorme para poder fotografiar esa luz que reflejan!

Ayer me percaté de un nuevo pájaro rondando por nuestros árboles. Ya tengo bien identificados a nuestros vecinos voladores: montonal de cuervos negros y de tonalidades azul oscuro metalizado; pájaros amarillos con negro y blanco que cantan bonito; pichones rojos y azules; golondrinas; una que otra águila o halcón que planea allá, muy arriba en el cielo; pájaros carpinteros rojo con negro; colibríes con plumas verdes y moradas, y algunos pajaritos, que son de mis favoritos, de los más pequeñitos y amarillos y que les fascina revolotear y saltar por los arbustos del jardín. Pero ayer escuché un aleteo diferente y muy cerca de la ventana junto a la que estaba acostada. Me asomé para ver y divisé una paloma blanca. ¿Una paloma blanca aquí? Era extraño. ¡No estamos siquiera dentro de la ciudad, menos en el centro, donde abundan las palomas!

Toda la tarde de ayer estuve escuchándola cantar y revolotear por los altos árboles de al lado. Parece contenta, aunque... solitaria. No hay ninguna otra paloma al rededor para hacerle compañía. ¿Se habrá escapado de algún criadero? Estamos rodeados de casas enormes o de granjas donde es común tener todo tipo de animales, comenzando por perros y gatos. Ver una paloma "suelta" es algo extraño, pues no hay palomas en este bosque. Me he estado preguntando de dónde habrá salido este amigo volador blanco.

Hoy en la mañana salí a atender a los perros. "¡Shshshsh, Sally! Eres tú, o eres la paloma la que hace el ruido?"... a veces no puedo distinguir entre los ruidos que hacen las vacas, gallinas y algunas hienas, con los berridos que a veces emite mi pequeño can poodle. Fue hasta un rato después que salí de nuevo y me percaté de lo hermoso del día: un cielo totalmente azul y despejado, con el sol brillando en su 100%. Los cuervos gritando y volando, persiguiéndose y picándose por ganarse la comida. Las mariposas coqueteando con las bugambilias, los chuparrosas yendo y viniendo de flor en flor. Y de pronto, el nuevo aleteo que ahora es familiar: la solitaria paloma blanca. La divisé y la estuve observando. Sola, allá arriba, en una de las ramas más altas del árbol más alto, picando el tronco, buscando su desayuno. Le hablé, imitando su sonido.... y mientras escribo, se me dibuja una sonrisa. No soy ni me creo Blancanieves ni la Bella Durmiente del bosque, pero me encanta tener contacto con los animales. La solitaria paloma blanca nunca bajó a mi mano para cantar juntas una canción de amor de princesas. Se quedó en su rama, mirándome desde arriba.

¿Cuánto tiempo más se va a quedar nuestra nueva inquilina? ¿Por qué estará sola? Blanca, hermosa, con una marca negra en la cabeza, solitaria vaga por las ramas, conviviendo con otro tipo de seres alados con los que nunca convivió... ¿encontrará algún día compañía?

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